Antonio González es miembro de Economistas Frente a la Crisis
El empleo a tiempo parcial (TP) precisa aclarar conceptos repetidos que han dado lugar a las inagotables reclamaciones de reformas sobre reformas desde hace años. Se repite que el contrato a tiempo parcial no funciona en España. Lo cual dista de ser cierto. Según la Encuesta de Coyuntura Laboral (Ministerio de Trabajo), respondida por las empresas, el 23% del empleo privado no agrario lo es a TP, lo que nos sitúa al nivel de los países en los que este tiene más presencia. Entre los empleos temporales, cuatro de cada diez son TP. Este tipo de empleo ha crecido de forma sostenida desde mediados de los años noventa (cuando solo suponía el 10% del total), y especialmente durante la crisis: mientras el empleo a tiempo completo se ha reducido en más de un 22%, el de jornada parcial ha crecido cerca del diez. Hay un efecto sustitución. Directo, o indirectamente por la preferencia hacia esta modalidad en las nuevas contrataciones.
Empleo a Tiempo Parcial en % del total. España
Proporción de empleo a Tiempo Parcial
Grafico1: Fuente: Encuesta de Coyuntura Laboral. Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
Gráfico 2: Fuente: Eurostat y Ministerio de Trabajo y Seguridad Social.
No hay pues reticencias de las empresas porque conocen las considerables ventajas de la regulación del TP en España. La merma salarial (el salario parcial) que conlleva trabajar a jornada reducida con las bajas retribuciones actuales. Y más aún las dos peculiaridades españolas del contrato: la irregularidad y la variabilidad de horarios, que pueden ser unilateralmente modificados por la empresa cada día, semana o mes del año. Y sin estabilidad en el empleo. En estas condiciones, que el Gobierno acaba de empeorar, el TP no es una respuesta válida porque el trabajador no rinde y se utiliza para reducir costes salariales y no para aumentar productividad. El rechazo de los trabajadores es elevadísimo: frente a una aceptación del 80% en los países vecinos, aquí es una opción no deseada para más del 60%. La receta para que el TP –y toda la regulación laboral- tenga éxito en España es sencilla: que se parezca al resto de Europa. La vía autóctona de precarizar el empleo en lugar de hacerlo más productivo nos ha conducido a un rotundo fracaso económico y social.
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